viernes, 26 de septiembre de 2014

Ana, apagá las velas
y hablemos mejor
sin vernos. El dolor
de las ramitas de la fresia
que se dice nada más
en este invierno
entra menos en la casa
con las velas apagadas,
sin vernos.
Ana, sacá la cabeza
de la almohada, debería
haberte dicho esta tarde
que esa almohada, que es de invierno
cuando recibe al bordado de tu nuca
como cuando el mar recibe al tiempo
me paraliza el ambiente,
me entristece.
Ahora sí puedo
quererte como quiero
a mis invitados.
Y hablarte como les hablo.
Y cocinarte unos ravioles
y besarte los pies: lo básico.
Ana, me gustaría que me cuentes
los pliegues de la espalda
así sin vernos: al tacto.
Y yo al tacto
del bordado de tu nuca
ver tu sueño.
Quiero ser tu almohada, tu pantufla
y el dolor de las fresias
de este invierno.
Ver al tacto tu sueño, Ana.
Tu sueño de invitada,
de huesped. ¿Humo?
No, no puede haber humo
en mi casa.
Así que pasame
tu nuca: hija cansada, hija cansada,
con los pliegues del cansancio
de la ramita dolorida
de este invierno.
Afuera de la casa no hay nada, Ana,
tranquilizate
y escuchá tu sueño.
Va a decir
que no te quiero lastimar.
Conozco bien mi casa: afuera de mi casa
no hay nada. Olvidate
y no supongas.
Ravioles
y besos en los pies: lo básico.
Sin vernos, Ana: acá sí hay cosas.
La costura de tu nuca
no está igual que antes.
Apuremos
el festejo.
Tocá la vela apagada.
¿Humo? Imposible.
¿Aves
chillando? Tampoco, Ana: afuera
no hay nada.
Será tu sueño
o mi estómago.
¿Recuerdos? No: no hay nada
afuera. Esto:
nada más.
¿Recuerdos de amores
breves e inolvidables? No molestes, Ana:
nada.
Esto
solo.
Sin
Vernos.
Ahora sí
te siento tranquila.
Tenías que llegar
a este momento: terrón de azucar
para usted.
Luna tampoco, Ana, luna tampoco: nada
afuera. Nademos
acá. Chirlo
para usted.
Qué pupilas, qué ritmo de pupilas,
sos hermosa.
Las pupilas y los chirlos
sincronizan: lo básico.
Tenías que llegar
a este momento: ahora descansemos
como dos nubes. Terrón de azucar
para usted.
Ana, ¿estás despierta?
Era cierto lo del humo,
para no preocuparte
te inventé un sueño.
No, no había sueño.
Sí, había humo
y aves chillando, y luna, y recuerdos.
Pero estuvieron lindos los chirlos y el azúcar,
¿no, Ana? Besos en los pies, Ana,
besos en los pies.

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