De tierra nos queda una noche
visible entre los dedos
abriéndose una vez por cada
laguna que queremos ver juntos.
No nos queda mucha noche, siento:
tanto pensamiento al pedo embrutece
y endurece. Apenas una, de tierra, visible
entre los dedos se ve si está abierta y cómoda.
Hecha casi de aire afuera
esa orejita de pregunta,
ese ruido hondo, rey debil
soñando un escándalo.
Esa orejita visible entre los dedos, comestible,
sin ruido, constelando los hombros
enfrente de un hombre que mira un gran deseo de hembra.
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